Las finanzas y la espiritualidad no tienen por qué estar reñidas. El dinero es una manifestación física del valor que creamos para los demás, de lo valiosos que resultamos para el mundo, y para poder crear valor y mejorar el mundo de la mejor manera posible, con la mayor eficiencia y sin fricciones, hay que ser fiel a los propios principios, actuar acorde a ellos, tener metas claras y tener propósitos que trasciendan a uno mismo.
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