Me encanta madrugar y ver amanecer. Incluso los fines de semana y días de descanso. Cada amanecer es diferente, y cuando más me gusta es cuando las nubes tiñen el cielo, o el suelo está mojado, o en verano cuando hace fresquito. El amanecer es muy silencioso y mágico, y a la vez que despiertas puedes ver a la ciudad (o a la naturaleza) despertar también poco a poco.
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