Al igual que podemos elegir la música que escuchamos en cada momento, y lo que hacemos, podemos elegir como queremos sentirnos en cada momento, lo creamos o no. A pesar de que las convenciones sociales supuestamente nos dicten como debemos sentirnos en ciertas situaciones, es nuestra decisión última y también nuestra responsabilidad elegir nuestros sentimientos de la manera más razonable.
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